Costa Rica tiene muy poco que aprender de Nayib Bukele / CRHoy.com / Noticias 24/7 / Periódico Digital

En los últimos meses se ha presentado en Costa Rica la estrategia de seguridad de Nayib Bukele como un modelo a seguir. El presidente de Costa Rica le confirió la máxima distinción que el Estado costarricense otorga a mandatarios extranjeros, debido a la reducción de la criminalidad en El Salvador durante sus mandatos. En opinión del presidente Chaves, Costa Rica tiene algunas cosas que aprender en materia de seguridad de la experiencia salvadoreña. Formo parte de los que ven con escepticismo las opiniones favorables de Chaves sobre el modelo salvadoreño de seguridad. Cierto, la reducción de la criminalidad ha sido enorme y es fácilmente verificable.  Sin embargo, igualmente dramáticos son los costos humanos, económicos y políticos que ha implicado el modelo de seguridad ciudadana implantado por Nayib Bukele en su país. El Salvador exhibe la más alta tasa de encarcelación en el mundo, con 1 659 personas por cada 100 mil habitantes (el segundo lugar corresponde a Cuba, con 794), hay miles de personas inocentes detenidas en las cárceles y violación sistemática de derechos humanos. El estado de excepción (es decir la suspensión de derechos fundamentales como consecuencia de una situación de emergencia) se aprobó en marzo de 2022 y ha sido continuado sin cesar desde entonces por un parlamento al servicio de Bukele, sin que se conozca una fecha prevista para su derogación. El presidente Bukele concentra todo el poder en sus manos, sin contrapesos políticos de ningún tipo. Los jueces que integraban la corte suprema fueron destituidos por los diputados de su partido. En suma, se trata de un modelo político autoritario que es, sin duda alguna, impracticable en Costa Rica.
Admiradores y detractores de Bukele han tendido a concentrarse en los logros y costos en materia de seguridad y pluralismo político de su régimen. Menos se ha hablado del desempeño de Nayib Bukele en materia de gestión de la economía salvadoreña, que es mediocre, por decir lo menos. Es bueno discutir sobre el tema, porque autoritarismo y pobre desempeño en materia económica suelen ir de la mano, como atestiguan las experiencias de Cuba y Venezuela, entre otros países de la región.
Las cifras en materia económica hablan por sí mismas en el caso salvadoreño. Entre 2018 (un año antes de la llegada al poder de Bukele) el producto interno bruto (PIB) de El Salvador, según datos del Banco Mundial, fue de 25.2 miles de millones de dólares (medido en dólares estadounidenses de 2015). En 2023 había aumentado a 28.3 miles de millones de dólares, un crecimiento para el conjunto de los seis años del 12.4%. Sin embargo, según la misma fuente, durante los mismos años Costa Rica agregó un 16.3% a su producción.  Las exportaciones salvadoreñas de bienes y servicios se incrementaron, sin tomar en cuenta la inflación, alrededor de un 40% durante el sexenio 2018-2023. De nuevo, Costa Rica no parece tener que aprender mucho salvadoreña en la materia: sus exportaciones crecieron casi un 60% durante los años en cuestión.
Más significativa (e interesante) aún es la caída de la inversión directa extranjera en El Salvador, crítica para las economías en desarrollo por sus aportes de divisas y tecnología. En 2018, un año antes de la llegada al poder de Bukele, El Salvador logró atraer, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) un total de 826 millones de dólares estadounidenses. En 2023 los inversionistas extranjeros invirtieron apenas 760 millones, una caída cercana al 8%. Mientras El Salvador perdía atractivo a los ojos de los inversionistas extranjeros, Costa Rica aumentó la recepción de inversión extranjera directa, de 3 015 millones de dólares en 2018 a 4 687 millones, un aumento de poco más de 55%. Esos resultados no sorprenden. “No hay nada más nervioso en el mundo que un millón de dólares”, dijo una vez en una conferencia un ex primer ministro canadiense, Jean Chrétien. Los inversionistas extranjeros buscan seguridad jurídica para sus inversiones y difícilmente podrán encontrarla en un régimen autoritario. Pese a sus problemas y deficiencias la democracia costarricense ha mostrado solidez en materia económica, si bien quedan muchas reformas pendientes. No hay que olvidar que los problemas de la democracia siempre se pueden resolver en democracia. No es fácil, pero es mucho mejor que seguir el espejismo de un hombre fuerte, que con mano de hierro lleva a su país a la redención.
 
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